domingo, 18 de noviembre de 2012

Antiguo Cine España: Lo Imposible

¡Hola, cinefiluchillos de tres al cuarto!

Tras sobrevivir a una monstruosa gripe (TM), vengo a hablaros de mi tercera y más reciente incursión en el Antiguo Cine España. No os hablé de la segunda (¡Piratas!) porque tampoco dio para mucho. Estuvo bien, y punto. De lo que voy a hablaros es de Lo Imposible. Ya sabéis, esa película española de tsunamis de la que todo el mundo habla. No, 50 sombras de Grey es otra cosa.


Miento, no voy a hablaros de Lo Imposible. Mucha gente más cualificada que yo ya se ha dedicado a destripar el filme, analizar hasta las pelotillas de la nariz de Ewan McGregor y publicarlo en la red, así que si queréis reviews de la película, tendréis que echar mano de Google. Yo, como de costumbre, voy a hablar sobre todo de la sala y del público. Y algún que otro spoiler habrá. Allá va el primero: hay una enorme ola.

Y no, no me refiero al argumento de la película. La ola de la que hablo fue metafórica, y se produjo una hora antes de que empezara la sesión, con el epicentro en la puerta del teatro-cine y un par de réplicas cuando terminó y al empezar la siguiente sesión. MADRE MÍA, qué de gente había allí haciendo cola para ver Lo Imposible. Menos mal que me avisaron de que la sesión del viernes había sido un exitazo y que fuera con mucho tiempo, porque si no, me quedo sin poder entrar. Una hora antes de que empezara la película, ya había una cola que daba la vuelta a la esquina. Y gente colándose de la forma más descarada también, pero qué se le va a hacer. Abrieron la taquilla 45 minutos antes de la hora a la que estaba programada la proyección, y seguramente se agotaron las entradas mucho antes que la gente a la que vendérselas, lo que me provoca dos reacciones enfrentadas: 1: lástima por aquellos que se quedaron sin poder entrar. 2: envidia porque los dueños del teatro ahora mismo deben de estar nadando en dinero en plan tío Gilito. ¿Veis? A la Vall le hacía falta un cine. Llevo diciéndolo años. ¿Quién es el loco ahora?

Primera conclusión: LO IMPOSIBLE era conseguir entrar en el cine.

Imagino que, como yo, toda esta gente vino atraida por el enorme bombo que el boca a oído le ha dado a la película. Y que, ahora que ya la he visto, solamente puedo describir como exagerado. Lo siguiente puede contener potenciales spoilers. Sí, la película está bien. Mola. Muy emotiva y con el toque justo de gore, pero tampoco hay que pasarse. Había oído que mucha gente había tenido que salir de diversas salas en toda España, atacadas por la ansiedad, debido a las impactantes imágenes que habían visto. Que no había una sola persona que no se había echado a llorar por la emoción que desbordaban los personajes... Qué tremendistas, ¿no? Vale, la película es emotiva. La película tiene sangre. Las escenas bajo el agua son de las que provocan claustrofobia. Pero leñe, he visto películas peores. En todos los aspectos. Quien se desmaye viendo los cadáveres de Lo Imposible mejor que no se acerque a ninguna "Saw". Quien quiera llorar, que vea Bambi, que también es muy emotiva. Quien sea aprensivo y tenga un corazón de porcelana china, que monte puzles y se deje de cines.

Segunda conclusión: LO IMPOSIBLE es tener altas expectativas sobre esta película y que luego se cumplan.

Inciso humorístico, que veo que estáis perdiendo el interés en la entrada: Una vez dentro del cine, ya sentado en mi asiento y tras charlas de temas que no recuerdo con mi tío (que también había ido a ver la película), el ocupante del asiento de detrás del mío se echa hacia delante y me pregunta: You speak English? Como ya estoy algo acostumbrado a que me paren por la calle preguntándome direcciones y cosas así en inglés, automáticamente activé el modo "acento de Guildford" y le respondí que sí. Esperaba que me dijera algo en plan "te he oído hablar y yo he estado en blablabla contarte mi vida porque sí", pero no, no me dijo nada de eso. Me soltó un "es que he visto que ibas con el paraguas y he pensado que eras inglés, que ellos van con el paraguas a todas partes aunque haga sol". Y se quedó tan ancho, regresó a su asiento y no volvió a hablarme. Y yo mirando mi paraguas, sin entender nada y recordando que había cogido el paraguas porque estaba nublado y había llovido la noche anterior. Y porque adoro mi paraguas como sólo un británico podría hacerlo.

Volviendo al tema principal de esta entrada, esta vez sí que voy a contar un pequeño y ligerísimo spoiler. No afecta mucho al argumento, así que no os preocupéis. Y es que, si bien todos sabemos que nada más empezar la película hay un tsunami, lo más curioso es que a mitad de película casi final, uno de los personajes revive en un sueño LA MISMA ESCENA (ampliada, eso sí). Mientras lo veía, me imaginé al director de la película pensando "qué bien nos ha quedado la escena del tsunami; vamos a ponerla dos veces en la película... ah, y métele más música emotiva a la banda sonora, que nunca es suficiente".

Y por último, redoble de tambor, hablaré de la cola. "Pero si ya has hablado de eso", diréis. He hablado de la cola para entrar, pero no para salir ni de nuestro encuentro con la cola para entrar A LA SIGUIENTE SESIÓN. Ahí sí que tengo algo que criticar sobre la gestión del teatro: se organizaron muy mal y no fueron nada previsores, ni con los horarios ni con el éxito que tendría la recaudación de ese día. Situémonos, hemos dicho que una hora antes de la sesión de las cinco, ya había una cola enorme y que las entradas se empezaron a vender 45 minutos antes de que empezara. La película, según he buscado por Google duraba 107 minutos (hora y tres cuartos para redondear). No empezó a las cinco en punto, sino que se retrasó unos diez minutos porque estaban contando los escasos asientos libres para saber cuántos espectadores más podían entrar. Sumando tráilers y créditos del final, tenemos que la sala quedó vacía a las siete y cuarto. Pues bien, a las siete y media era la segunda sesión.

Cuando se terminó la película, toda la marabunta que había enntrado en el cine tenía que volver a salir, y de las tres puertas, solamente había una abierta (porque las otras dos iban a servir de entrada para los espectadores de la siguiente sesión), por lo que se creó un señor embudo que hizo que la gente no pudiera terminar de salir hasta después de que se acabaran los créditos (yo aproveché para verlos, ya me conocéis).

Tercera conclusión: LO IMPOSIBLE también era salir del cine.

Al salir, la cola A (los que salíamos) se cruzó con la cola B (los que iban a entrar), y pude ver el plan maestro del teatro en toda su extensión. En aquella calle no había una cola: había una manifestación de Comisiones Obreras. Había bastante más gente de la que podría caber en esa sala y dos como esa. Alguno hasta grabando con el móvil a la cola A, que tampoco parecía acabarse nunca. Había tanta gente allí que uno podría pensar que había habido un tsunami también allí. Me entraron unas ganas tremendas de ponerme a gritar "¡Lucas! ¡Lucas!" como en la película (¿otro spoiler?). Pero no lo hice porque no conozco a ningún Lucas y habría sido estúpido ponerse a llamar a algún desconocido de esa forma. Imagínate que alguien se gira y dice "qué". Situación cómica, pero en ese momento lo que uno quería era alejarse de la muchedumbre por si acaso se asomaban los de las porras a saludar.

Ahora parémonos a pensar. 19.15. La otra sesión iba a empezar a las 19.30. En la sesión anterior, la cola duró más de una hora. Seguramente esta gente también llevaba una hora acumulándose frente a la puerta del teatro. En la otra sesión, hubo 45 minutos para prepararse, que cada uno comprara su entrada y se sentara, y aún empezamos 10 minutos tarde. Ahora tenían unos 15 minutos: seguramente la película se retrasaría un montón. Esa gente haciendo cola durante quién sabe cuánto. Pensad en ello.

Conclusión final: LO IMPOSIBLE era haber organizado aquello de una forma más caótica. Imagino que los encargados del teatro tomarán medidas para que, en los próximos estrenos en los que se prevea un público numeroso (hola, Amanecer 2; hola, El Hobbit), no tengamos que quejarnos de que ver la película resultó LO IMPOSIBLE.

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